El 11 de marzo se cumplió un año de gobierno del Presidente Gabriel Boric, donde hubo poco, casi nada, que celebrar.

A 48 horas de los primeros 12 meses de gestión, la Cámara Baja rechazó el proyecto madre del programa: la Reforma Tributaria, reaccionando La Moneda como si hubieses recibido un torpedo en la mitad de la línea de flotación.

Para muchos el gobierno de Apruebo Dignidad tuvo una instalación caótica, donde los primeros seis meses se dedicó a apostar el todo o nada por una nueva Constitución, lo que lo llevó a perder el rumbo político en el Congreso y la conducción del país.

Al final, el triunfo contundente del Rechazo (62%) fue una cachetada de realidad en medio de una quimera -reformas estructurales- que el oficialismo pretendía hacer realidad en menos de un año.

Desde ahí Boric se dio cuenta que su triunfo en las urnas no fue porque la ciudadanía apoyaba su programa presidencial, sino que fue el mal menor a elegir.

Así, tuvo que incorporar de a poco a la vieja guardia concertacionista, como la ministra del Interior Carolina Tohá, quien reemplazo a Izkia Siches, quien no pudo con uno de los ministerios más pesados y clave de cualquier gobierno.

Tras este ajuste, el tema de la seguridad pública se tomó la agenda, donde hay tres flancos: La Macrozona Sur, la frontera norte y la violencia delictual, incluyendo algunas organizaciones.

Lo cierto, es que se avanzado gradualmente, aunque Boric sigue teniendo el freno de mano respecto a ser más estrictos con la migración ilegal y los grupos subversivos que operan en el sur.

A días del primer año de gobierno, el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, agredió verbalmente a la diputada por el Partido Ecologista Verde, Viviana Delgado, en la antesala de la votación por la Reforma Tributaria, proyecto emblema de la administración.

Como una especie de presagio, el incidente influyó en parte en la votación final, ya que la colectividad congeló relaciones con La Moneda.

Con una nueva derrota política, Boric acudió al cambio de gabinete, el que será recordado por su desprolijidad y el número de sillas que se fueron sacando a medida que los nombres a reemplazar se iban cayendo o por negociaciones políticas.

Al final, una escena que refleja en parte los primeros 365 días de Gabriel Boric en el poder.

 

Por PSNCOM

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